Alguna vez he podido pasar por este entorno del antiguo cortijo de la Cruz de Hierro cuando empezaban a florecer algunas matas de retama; pero en esta ocasión, después de haberme extasiado al circular por aquí con la bici el día anterior, no podía pasar de saturar mis sentidos del amarillo "retama" y aquí me presenté dispuesto a recoger toda esta explosión floral. Como se puede ver ya era una hora cercana al mediodía y hacía bastante calor, las abejas iban de un lado a otro chocando de vez en cuando conmigo al encontrarse con semejante banquete a su entera disposición. No obstante estaban tan absortas en su recogida del polen que ni se daban cuenta que yo andaba por en medio enredando. Toda una suerte, porque estaban excitadísimas, y yo contagiado también.
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