Cuando caen las primeras gotas de lluvia, al inicio del otoño, todo el campo reluce de brillos y parecen quitarse la sed de varios meses sin el preciado líquido. El espartal pajizo, parece reverdecer, y en las rocas, los líquenes recobran de nuevo la vida que parecía perdida bajo el sol de un verano que se ha antojado demasiado largo.
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