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El Barranco del Agua guarda todavía las innumerables terrazas que desde muy antiguo se han ido cultivando año tras año, aprovechando hasta el extremo cada centímetro de su superficie, dejando al monte en las laderas que por su inclinación ya se hace imposible. Recuerda, salvando las distancias, a los arrozales de los climas monzónicos, trasladados a un ambiente semiárido como este.
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