viernes, 14 de septiembre de 2012

Pino carrasco en el Cortijo Coronado (Pinus halepensis). Castril.

Es habitual encontrar grandes ejemplares de árboles que se conservan junto a los cortijos y constituyen joyas botánicas, no sólo porque algunas especies son singulares, esta no lo es, sino porque por su talla tienen la entidad suficiente como para ser tomados como auténticos monumentos naturales. Junto a éste encontramos otro ejemplar, al borde de un abismo sobre el río Castril, que ha sufrido los ataques del rayo, y que como el que os muestro sería digno también de llevar el título de monumento natural. En jardinería es habitual colocar grandes árboles en mitad de los jardines, por lo que es también de agradecer que también junto a tantos cortijos y viviendas rurales se sigue esta vieja costumbre. Ademas, tener junto a casa un árbol, sea o no enorme como es el caso, te asegura sus frutos, su sombra y como no la compañía de un ser que puede llegar a ser varias veces centenario, con todo el valor que conlleva. Constituyen pues, todos ellos, un patrimonio natural que debería ser protegido especialmente, y que debería contar con la colaboración de las administraciones medioambientales para que puedan seguir viviendo en todos y cada uno de los enclaves en los que fueron plantados. Por ello, la venta de estos ejemplares para ser trasladados a otros lugares, con el consiguiente peligro de su pérdida o con la especulación que se genera, dado los precios que alcanzan en el mercado, debería estar regulado y prohibido tajantemente. En definitiva son una parte más de nuestro patrimonio, independientemente de que estén dentro una propiedad.

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