A 1900 metros de altitud desaparece por completo el arbolado y a duras penas aparece alguna vegetación que no sea alguna pradera que crece en los pequeños abrigos y en donde hay una mínima cantidad de suelo para poder enraizar. Un poco más abajo la pradera se extiende y por la excesiva explotación ganadera apenas podemos encontrar algún matorral, casi siempre espinoso. Son muy duros estos territorios para la vida, sea como sea, y el ganado encuentra que aquí los pastos todavía crecen hasta bien entrado el verano, hasta que el sol, como el fuego, termina arrasando y quemando los últimos brotes verdes de la pradera, y todo cuanto crece por aquí sestea hasta que lleguen las primeras tormentas y comiencen a rebrotar los tallos calcinados.
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