viernes, 29 de marzo de 2013

Retorno a Hernán Perea. Pozo con abrevadero. El agua de nuestro futuro.

No son abundantes los puntos de abastecimiento de agua pero resultan suficientes para mantener una abundante cabaña ganadera. Estos pastos se explotan desde tiempo inmemorial y por tanto podemos encontrar múltiples muestras del acondicionamiento de los mismos a los largos veranos en los que puede no caer ni una gota del cielo. Nosotros tuvimos suerte, empezamos la ruta con una tormenta, y aquel frescor pudimos notarlo durante el tiempo en que permanecimos pateando este espacio único. Las horas del mediodía, en que nos pilló andando, los sufrimos con gusto. Buscábamos adentrarnos un poco más en lo que son los Campos de Hernán Perea, y para nosotros, no ha habido otra posibilidad de ir a disfrutarlos que la del verano. Para cuando escribo estas líneas, de madrugada, y en la primavera siguiente, estos mismos Campos están salpicados de innumerables manchas de nieve sin derretir, incontables ventisqueros que acumulan toda la nieve caída en estos meses de abundantes precipitaciones. Con total seguridad la mayor parte del campo de dolinas que salpican el paisaje estarán colmadas de nieve, que poco a poco se infiltra en las entrañas de la tierra y que ahora mismo están reventando los manantiales y multiplicando los caudales de los ríos que llenan nuestros embalses de aquí abajo. Toda nuestra vida, depende en una gran parte de estos espacios y desde aquí comienza el ciclo del agua que garantiza nuestra supervivencia. De nosotros depende que podamos sobrevivir siempre y cuando sepamos valorar el preciado legado natural que tenemos tan cerca. Y no es poco lo que tenemos: la cuna de los ríos Segura, Guardal, Castril, Guadalentín, y como no el río Guadalquivir, la cuna de nuestra civilización.

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