jueves, 25 de abril de 2013

Embalse de San Clemente, este verano.





Con los riegos del verano, el embalse de San Clemente reduce su amplitud al hacerlo ostensiblemente la superficie inundada. Con ello aparecen los restos derruidos del antiguo pueblo de San Clemente y algunos objetos de aquellas casas que se asomaban al paso del río bajo sus paredes. Esta lámpara que encontré tal y como la vemos, colgada de una rama seca, me serviría para este encuadre tan evocador. Cuántos sueños se perdieron en el tiempo al tener que abandonar sus casas todas las personas que tenían en este enclave su paraíso particular. Tuve la suerte de conocer durante unos meses este lugar, entonces ya tan poco prometedor, pero con todo aquello que lo hacía tan precioso para vivir. Hoy cuando me acerco a las ruinas que aparecen bajo el agua, me entristece el verlo tan desangelado y casi recuerdo cuando el último verano acompañaba a unos niños a bañarse aguas arriba del río Seco. Hace poco revisé todas esas imágenes por enésima vez -en el veinticinco aniversario me pareció una buena idea mostrar aquellas fotos-, y me entró una nostalgia tal que hasta me dolió. Hace apenas unos días me encontré con la Sra. Julia, del cortijo de la Escucha, y le pregunté por lo que le parecía tanta agua como la que ahora mismo llena el embalse, y en su mirada vi también aquella nostalgia por el recuerdo de los buenos años. El agua para la vida perdió aquí completamente su significado.

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