miércoles, 24 de julio de 2013

Cumulonimbus arcus. Tormenta sobre Huéscar.


La verdad es que el aspecto de este cielo no invitaba a darse una vuelta, pero no podía privarme de recoger alguna imagen de la tormenta. A este tipo de formación de las nubes en forma de arco, para una tormenta, es sinónimo de potencia y de que algo gordo se nos viene encima. Muchas veces engaña el terrible contraste de luz y oscuridad cuando uno se sitúa en el borde mismo de la tormenta, pero este aspecto siniestro si auguraba lo que finalmente trajo: vientos huracanados, remolinos, gruesas gotas, granizada y toda la furia desatada del viento y la lluvia racheada cayendo a cántaros.
Hacia la Sierra de María la evolución también preparaba su tormenta.

Y después... la calma del atardecer, cuando el sol ilumina las restos de la tormenta bajo un horizonte que se vuelve plácido y profundamente azul.

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