sábado, 5 de abril de 2014

Un jardín silvestre en el Cortijo de Mazachica, Huéscar. Amapolas y otras flores con los ventisqueros en Sierra Seca.






Casi con total seguridad habré pasado por este entorno, tanto en bici como en vehículo a motor varios cientos de veces, y no recuerdo haber pasado en otra ocasión con unas cunetas mejor adornadas. Suele ser habitual que con una primavera lluviosa, la del dos mil trece lo fue bastante, venga un mes de mayo, como dice el refrán, florido y hermoso. Así fue éste, incluso espectacular, añadiría. Lástima que esta apoteosis duró lo que duró, que es como decir más bien lo justo; un par de días después caía una fuerte tormenta y unido a unas temperaturas excesivamente altas para la época, tanto esplendor perdía esta magnificencia. Antes de estas vicisitudes de la meteorología, tuve ocasión de hacer algunos recorridos por nuestro entorno y las flores convirtieron nuestros campos en el mejor jardín que se recuerda. Pocas veces puede verse nuestro campo tan verde, tan florido y, por supuesto, tan hermoso.

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