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Por fin llegó la lluvia. Y con ella el otoño se acelera. Las hojas de los árboles con el peso del agua caen más deprisa y aparecen tapizando los suelos. En la carretera los vehículos consiguen despejar el centro pero, tal como se ve en la foto de la derecha, quedan las cunetas enmarcando el carril central con anchos arcenes pintados de amarillo.
Las fotos están tomadas en las inmediaciones del Cortijo de los Guijarros, albergue municipal actualmente cerrado. El poster muestra tres detalles de las gotas de lluvia, diamantes, posadas sobre diferentes hojas: las de la izquierda suspendidas todavía en sus ramas, la del centro está tomada en el suelo y la de la izquierda corresponde a una especie muy abundante en estos parajes, introducida hace ya más de un siglo; se trata de la secuoya, y ésta corresponde a la especie sequoiadendrum giganteum. La foto del grupo de excursionistas que aparece me sirvieron para la escala de la toma y después charlar durante unos minutos bajo una fina lluvia que repiqueteaba en sus chubasqueros y en el paraguas que yo llevaba para proteger la cámara mientras memorizaba la ocasión. La ruta que llevaban era bajar andando desde la Ermita de las Santas hasta Huéscar. Menudo paseito de veintidós kilómetros les esperaba, aunque el ambiente invitaba a hacer algo de ejercicio para no enfriarse. Después en el pueblo algún "reconstituyente" -un buen cordero a la brasa bien regado, por ejemplo-, y vuelta a casa. Un domingo en plan total con unos amigos ¿alguien pediría más?. La vida hay que tomarsela así de sencilla, poco a poco y en tacita pequeña.
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