Continuo con el camino que apunta directamente a Huéscar. El firme del camino está muy liso, como siempre. Se avanza muy cómodo hasta el siguiente cruce de caminos con la vista del vértice geodésico a nuestra derecha. Tomamos el camino que nos lleva al SO que sale, perpendicularmente, a nuestra izquierda. Descendemos suavemente hasta llegar al Canal de San Clemente que por aquí está ya muy cerca su final. Nos dejamos el camino que traemos y que continúa de frente hasta enlazar con el camino de Riego Nuevo y finalmente llegar a Galera para tomar hacia la derecha por el camino de servicio del canal que está asfaltado en todo su trazado. Rodar por éste se hace muy agradable pues mantiene una constante pendiente del 1 por 1000, esto solamente se rompe con los pasos por las cañadas en donde se han construido acueductos o un enorme sifón. Con el plato grande puesto se avanza a una buena velocidad y enseguida llegamos a la primera vaguada, Cañada de Murcia. Da lo mismo, cuando llegas hasta aquí, venir de un lado u otro, la salida siempre es con una tremenda rampa que pondrá a prueba tu resistencia y la rapidez en los cambios hasta poner el platillo con piñón primero. Sólo así puedo afrontar con garantías, sin bajarme de la cabalgadura, la fortísima pendiente. Después, vuelta a lo mismo, retomar la velocidad conforme regulamos la respiración para recuperarnos de la tachuela. Unos centenares de metros más badeamos una nueva cañada, Barranco de las Quebradas, un ligero bache si lo comparamos con la que hicimos antes. Y como no hay dos sin tres, en algo más de un kilómetro cruzamos la tercera cañada, Barranco de las Cañadas. Entramos fuerte con la pendiente acusada en bajada, y salimos apretando los dientes para no quedarse clavados en la subida. Como traemos plato grande no está de más meter el mediano y subir algún piñón para salir airoso, que no es lo mismo que decir fácil. Después ya todo es coser y cantar. Estamos pasando junto a taludes que en algunos casos superan los diez metros de tajo, el firme asfaltado ha desaparecido en multitud de baches que se pueden ir salvando con ligeros zig-zags moderando brevemente la velocidad. De vez en cuando hay que tragarse alguno porque no hay más remedio pero que no suelen ser excesivamente dolorosos. Son varios kilómetros así hasta mejorar completamente y transitar nuevamente por un asfalto rugoso pero en perfecto estado. Pasamos bajo el puente que soporta la carretera de circunvalación y cuando llegamos a la entrada a Huéscar por la cuevas descendemos por la nueva calzada buscando el final de la etapa. Para llegar al mismo pueblo todavía nos queda la subida desde el río Bravatas o de Huéscar pero ya el ánimo está deseando hacer los últimos metros de la etapa de hoy. La número 836 ¡ya queda menos!