martes, 23 de mayo de 2006

Excursión a Sierra Seca -20 de mayo 2006-. Final

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Continuamos por la línea imaginaria de los dos mil metros, por invisibles veredas del ganado que van confluyendo en la cabecera del Barranco del Chaparral hasta el punto de abastecimiento de agua. Aparecen unos tornajos de madera desperdigados y fuera del orden que debieran, no obstante, el nacimiento de agua continua aquí, solo que está embutido en un depósito de plástico que se encuentra tapado para que el ganado no lo toque y puedan usarlo las personas que necesiten aprovisionarse de una excelente agua. Nosotros así lo hacemos y después continuamos en ligero descenso para comer junto a otra fuente que se encuentra más abajo, bajo la sombra de magníficos pinos laricios y junto a algún ejemplar de serbal de montaña: Sorbus Aria. Es un placer abrazarse ante un auténtico resistente. No estaría demás que las autoridades medioambientales se ocuparan en repoblar con esta especie en las zonas que son susceptibles para ello.
Aprovechamos este lugar para reponer las fuerzas, y sin cargar con las mochilas nos acercamos hasta el antiguo refugio que se ha hundido, bajo la inmensa copa de un arce, y algo más abajo uno de los pinos más bonitos de esta parte de la sierra -el de la foto de arriba-. Quedamos que para la próxima temporada visitaremos esta zona con más detenimiento, y yo... que estoy deseando, me apunto ya. Con la mochila al hombro remontamos hasta la Hoya del Serval y desde aquí hasta el coche no sin antes meternos enmedio de una vuelta ciclista que ha decidido su etapa por estos lares. Se queda uno rezagado. Nos recuerdan que el último es para que se lo coman los buitres, pero otro compañero se apiade de él y decide esperarlo en lo más alto de la cuesta. Después se lanzan casi volando en busca del resto del pelotón. Nosotros, en un último vistazo, todavía tenemos una parada sobrepasados los Peñones del Toro. Nos adentramos hacia el Barranco del Tornajuelo para visitar un enorme pino con tronco que supera los cincuenta centímetros de diámetro y que apenas levanta del suelo un metro y medio. Y otro magnífico ejemplar de pino varias veces centenario - el de la foto → -, con la talla normalizada, aunque con un grueso tronco, retorcido, que aparece algo más abajo en la ladera, junto a un camino de sacar madera. Finalmente visitamos la entrada a una sima, catalogada, que aparece en medio del pequeño llano, y que tampoco estaría demás señalizarla para evitar que alguien pueda caer en su interior, sobretodo en invierno, con una ligera nevada, al hallarse tan cerca del camino de acceso a una zona tan concurrida. Queda dicho. Con unos magníficos cirros que se están formando sobre la sierra nos montamos en el coche y ya de regreso nos metemos en el horno de Huéscar: MERCEDES, ELISA, PACO, SALVA y un servidor de Vds.

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