jueves, 15 de junio de 2006

La gran tormenta... de granizo ( 2ªparte )

...ya sabes, si quieres ampliar la imagen haz click sobre ella. ...///... Cuando por fin se inició el aguacero nada hacía presagiar lo que nos iba a caer, aunque la gran oscuridad que se hizo no debía ser nada bueno. Las fotos tuve que hacerlas con la ayuda del flash ya que la falta de luz lo hacía imprescindible. De pronto comenzó el repiqueteo de los primeros granizos, como garbanzos, para empezar a subir el rumor conforme el diámetro del hielo se hacía más grueso. El ruido iba in crescendo convirtiéndose en un crujido constante acompañado con golpes secos al golpear algo más grueso y compacto sobre el suelo. Los tamaños del granizo seguían aumentando y acompañado con la lluvia el ruido que tronaba me empezó a preocupar. La riada que bajaba por la carretera llevaba una gran fuerza y ya aparecía completamente inundada, apenas se veía la línea blanca que separa las diferentes direcciones. De vez en cuando el agua se levantaba con gran altura al recibir el impacto de los granizos más gruesos. Algunos de éstos cayeron sobre la barandilla de la terracita desde donde contemplaba el enorme espectáculo y saltaban hecho añicos hacia todos los lados. Los tallos de las macetas se tronchaban y las hojas más gruesas saltaban por todos los lados. La tierra encharcada con los contínuos impactos saltaba igualmente en todas las direcciones. Las flores duraron muy poco, las deshizo la lluvia tanto como el hielo. Aquello parecía que no tenía fin. De cuando en cuando un rayo iluminaba brevemente y seguidamente todo parecía temblar con el ruido bronco del trueno, con un sonido bajo hasta lo imposible que parecía ahogarse en el propio aguacero. Todo a nuestro alrededor permanecía en la oscuridad.
Poco a poco, al cabo de media hora, el ruido de la granizada se confundía con la lluvia y en breve cesaron tanto una como otra, no sin dejar de caer todavía algunos "bólidos" helados más. El suelo aparecía empedrado de blanco aunque no lo cubría todo. Se descongelaban los trozos de hielo pequeños y otros más grandes con el correr del agua no tardaban tampoco en desaparecer. Sin embargo, junto a las paredes, en los recovecos de la acera, el hielo se había amontonado.
Cuando cesó por completo la tormenta empecé a buscar en los montones helados los ejemplares más gruesos que pude encontrar para fotografiarlos. A este momento corresponde la foto de la derecha. La mayoría superaban los 2 centímetros de diámetro y presentaban una forma elíptica y de un blanco níveo. El más grande que pude recuperar aún cuando ya se descongelaba es el que aparece casi transparente en las capas externas, con más de 3 centímetros de grosor.

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