viernes, 16 de junio de 2006

... y después de la tormenta, la calma.

Después de todo el movimiento del día el crepúsculo se presentó plácido y deslumbrante. Las nubes se iban disipando y aparecieron los grandes claros con profundos azules. Distintas capas de las tormentas que habían amenazado con hundir el mundo se fueron deshaciendo hasta quedarse en pequeños jirones y desaparecer. La noche se anunciaba tranquila y fresca.

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