domingo, 12 de noviembre de 2006

Interacciones 3

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Una hoja, la superficie del agua, un reflejo, la luz... combinar estos componentes de la naturaleza dentro de un marco -aquí en el de una foto- siempre nos dejan sugerentes imágenes que la mayoría de las veces nos resulta difícil rememorar. Basta un ligero movimiento respecto de lo que en ese momento tenemos delante para que todo cambie. Es difícil para mi fijar esa imagen con la "nitidez" suficiente para recordarla después. Nos impresiona el color, nos impresiona esa mezcla de suelo y cielo que uno no acierta a ver cuando es uno o lo otro. Si jugamos con el enfoque -también se puede hacer con nuestra vista- es todavía más difícil centrar cual es la imagen que realmente tenemos delante, sobretodo cuando en la media distancia aparecen otras imágenes que están ahí -, el caso de las ramitas o los árboles-. Así que cuando me decido a jugar con todo, los resultados sorprenden por sus innumerables efectos. Es difícil no dejarse impresionar por esos juegos de la luz y aun más cuando aparecen las ampliaciones con distancias que no se pueden lograr al natural. En la pantalla del ordenador, con la herramienta de zoom, aparecen detalles cercanos a la microfotografía insospechados. Una vez tuve la ocasión de poder ver a través de un microscopio la trompa chupadora de una mosca común: lo que tenía delante de mis ojos fue increible, no os podéis imaginar hasta qué detalle pude ver la infinita minuciosidad con la que trabaja la naturaleza.

Ir un paso adelante de la imagen convencional puede dar resultados tan llamativos como los que arriba os pongo. No es arte, aunque nos "impresione", "sugiera", "evoque". Es un juego de la luz barajando lo más cotidiano: agua, hoja, reflejo, luz,... Aquí hay fotos de lo que he visto y a partir de ahí cada uno interpreta según su sentimiento.

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